sábado, 15 de enero de 2011

La mejor escena de supenso

El faro de la angustia de Simon Hunter

Si tuviera que elegir la mejor escena de suspenso que he visto últimamente, seguramente elegiría una del filme "El faro de la angustia" del director británico Simon Hunter. El filme rodado en 1999 cuenta la historia de un grupo de empleados carcelarios que trasladan en barco hacia una cárcel a varios reos. En medio del traslado se enfrentan a un banco de niebla y sufren un accidente náutico que los obliga a recalar en el faro de la costa, sin saber que hasta allí ha llegado también Leo Rook, un violento asesino serial que ha escapado de la cárcel.

La escena en cuestión es realmente formidable desde todo punto de vista. El capitán del barco, un hombre borracho, sube al entre piso para ir al baño. Se saca un especie de bufanda blanca que lleva, enrollada en su cuello, la  coloca en el suelo y se dispone a usar el sanitario. El lugar tiene varios retretes con puertas de madera. Mientras esta haciendo sus necesidades oye pasos que suben por las escaleras. Observa por debajo de la puerta del retrete y ve unos zapatos blancos (característica que identifica al asesino) luego unas gotas de sangre caen sobre los zapatos.
El capitán se asusta y trata de no ser descubierto. Se sube al inodoro y espera que violento el criminal se vaya. El asesino deambula por el baño, parece no haber detectado la presencia del capitán. El hombre  en el baño, suda por el terror que le provoca la situación.

De pronto, el capitán hace un involuntario movimiento con su brazo y un frasco de desodorante en aerosol que esta  sobre una repisa cae al suelo. La cámara sigue su caída, lo hace en cámara lenta. El miedo se acrecienta, los nervios se tensan. El objeto cae sobre la bufanda, apagando así el ruido. Primer suspiro, ahora respiramos aliviados. El asesino no se da cuenta, de que hay alguien escondido dentro del retrete. Comienza a irse del baño. Desciende lentamente por la escalera caracol, peldaño a peldaño. Lo hace lentamente, como si cada paso fueran cien. El hombre dentro de retrete suspira aliviado, se asoma y ve como el sádico criminal baja por la escalera. Se prepara para irse en cuanto pase el peligro. Instintivamente toma la bufanda sin darse cuenta  del objeto que  hay sobre ella. Al tomarla, el tubo del aerosol rueda por el piso hacia la boca de la escalera. Leo todavía esta bajando,  esta eternizado en ese descenso. El objeto, rueda y rueda, parece que nunca va a llegar. El tiempo se detiene. El aliento también.

En el retrete el hombre ruega a Dios que el tubo del  aerosol no caiga al vacío. Milagrosamente  el objeto metálico se detiene en el borde del oscuro hueco. Leo, continua su lento descenso. sin advertir nada. Segundo suspiro. Todo esta por terminar de la mejor manera. El hombre salvará su vida. De repente, una violenta ráfaga de viento abre la ventana del baño y le da al aerosol ese empujoncito que le faltaba para caer escaleras abajo. El tubo, movido por la gravedad cae y rebota en cada peldaño. El sonido de sus golpes son el presagio de una muerte inevitable. El capitán dentro del retrete no puede esta vez salvar su vida. 

Genial escena, me saco el sombrero y aplaudo a Simon Hunter por tan perfecta y bella escena de suspenso que creo no solo desde la construcción del guión, sino desde la magnifica puesta. Imperdible

1 comentario:

  1. Gracias por que lo haz contado muy bien además, La visualizé toda =)

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