Últimamente al cine de terror se le ha dado por volver a la vieja idea de que el mal viene en envase chico. Desde que al director Richard Donner se le ocurrió adaptar la novela de David Seltzer "The omen" ("La profecía") en donde el anticristo estaba representado por un simpático y entrador niño nacido de un chacal y cuya maldad parecía no tener fin, al menos así lo demuestran sus tres continuaciones (Damien: Omen II, The Final Conflict, Omen IV: The Awakening), la pantalla grande se vio atraída por esa rentable premisa y continuó engendrando nuevos y pequeños demonios.
Ahora es el turno de "Caso 39", un filme de horror del director alemán Christian Alvart, el mismo de "Pandorum", que se adentra en la vida Lillith Sullivan una pequeña niña cuyos padres la odian tanto al punto de querer matarla.
Bajo el número 39, el caso de la niña maltratada cae en manos de Emily Jenkins, una asistente social que tiene la misión de saber que sucede con esta adorable criatura y su simpática familia. Por esas cosas del destino, y por la mano del guionista Ray Wrigth, Lillith termina viviendo con Emily hasta que un juez le designe una familia para su adopción.Lo que empieza como una relación perfecta poco a poco va tomando otro cariz y la vida de la abnegada e intrépida asistente social, se ve envuelta en un verdadero infierno. Lillith no es lo que parece, bajo esa mirada angelical y esa dulce vocecita se esconde un ser malvado y monstruoso, capaz de dominar con su mente endemoniada a quien se le cruce en el camino, e incluso matar.
En el estilo de "La profecía", "La llamada" o la reciente "La huérfana", "Caso 39" no resulta para nada novedosa, pero si entretenida, porque si hay algo que tiene el filme es que desde el comienzo hasta el final uno se siente atraído por Lillith y quiere saber más acerca de este misteriosos personaje. Renée Zellweger en el rol de Emily Jenkins y la niña Jodelle Ferland como Lillith forman el reparto de esta correcta película, que si bien no aporta nada nuevo, no decepciona.
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