Todos los estereotipos juntos
Pocas veces he visto una pelicula tan edulcorada, ridícula e inverosímil. Es que el filme de David Frankel, director de la exitosa "El diablo viste a la moda", se embarca en un guión de Allan Loeb que realmente hace agua por todos lados, pero que además, se regodea en una serie de mensajes espirituales y de superación tan absurdos y trillados que sinceramente asombran.
Howard, Will Smith, es un empresario publicitario que ha caído en una profunda depresión a raíz de la muerte de su hija de 6 años. En ese estado se desentiende por completo de la empresa, lo que motiva que sus socios y ejecutivos más cercanos decidan, a partir de tres cartas que Howard escribe a la muerte, el tiempo y el amor, contratar a tres actores para que interpreten a estos tres personajes, con el fin de que sea declarado insano y la empresa pueda ser vendida y así salvada de la quiebra.
Todo lo que sucede después es realmente increíble, meloso, sin sentido e inverosímil, en donde la trama cae en los más bajos estereotipos y en un sin sentido sumamente tramposo, con el fin de despistar al espectador para ponerlo entre la realidad y el realismo mágico, una mezcla que en ningun momento termina por amalgamar en una historia coherente.
Con actores de importancia, además, de Smith, como Edward Norton, Kiera Knightley, Ellen Mirren, Kate Winslet y Michael Peña, el filme nunca llega a emocionar por la ridiculez de su historia, la cual no cierra por ningun lado, con errores argumentales tan grandes que llama la atención que el guionista del filme "Las cosas que perdimos en el fuego" de Susanne Bier, pueda haber escrito este verdadero engendro y que David Frankel, se haya puesto detrás de las cámaras.
En fin, la industria del cine de Hollywood tiene estas cosas, porque en definitiva, puede más un buen elenco que un buen guión, con eso ya alcanza para llenar las arcas o salir hechos.
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