domingo, 12 de abril de 2009
"Dejame entrar" de Tomas Alfredson
Amistad, amor y muerte
Que placer ver esta película, por fin encontré un filme que conjuga uno de mis géneros favoritos, el terror, con el cine de calidad, ese cine que a uno le hace temblar, pero no de miedo, sino de emoción porque sabe que esta ante una obra maravillosa por donde se la mire. El filme "Dejame entrar" del director sueco Tomas Alfredson, es un diamante que brilla como un lucero en medio de tanta mediocridad, y demuestra que se pueden hacer películas de terror sin necesidad de caer en los lugares comunes del género, a los que muchos directores parecen no poder resistirse. Por suerte, apareció Tomas Alfredson para regalarnos una bocanada de aire nuevo y abrir una puerta de esperanza para un tipo de películas que verdaderamente venía en franca decaída.
"Dejame entrar" es una fantástica una historia de horror, pero también es un cuento de amor. Enmarcada como una película de terror, el filme vuelve sobre el tema del vampirismo pero desde una perspectiva diferente. Basado en la novela John Ajvide Lindqvist, quien aquí también actúa como guionista, la película nos cuenta la historia de Oskar, un niño solitario y triste que vive en los suburbios de Estocolmo, y que tiene una curiosa afición: coleccionar recortes de prensa sobre asesinatos violentos. No tiene amigos y sus compañeros de clase se ríen de él y lo maltratan, incluso hasta con castigos físicos. Una noche conoce a Eli, su nueva vecina, una misteriosa niña que nunca tiene frío, despide un olor extraño y suele ir acompañada de un hombre de aspecto siniestro. Oskar se siente fascinado por su nueva vecina y comienza una relación que va aumentando en intensidad hasta el punto de hacerse inseparables. Al mismo tiempo, una serie de crímenes y sucesos extraños comienzan a suceder en el pueblo y todo parece apuntar hacia Eli.
Pero "Dejame entrar" va mucho más lejos que una típica película de terror, porque a partir de esa inusual relación el director y el guionista aprovechan para hablarnos sobre la niñez, el despertar sexual, el traspaso a la adolescencia y el impacto que los conflictos familiares causan en los niños y adolescentes que viven una vida desarmada por la ausencia de un núcleo familiar que los contenga (Oskar vive solo con su madre y ve a su padre en pocas oportunidades)
Ambientada en el Estocolmo de los años 80, el filme es además, un perfecto retrato de una sociedad en donde las tradiciones y el folclore tienen trascendental relevancia, en especial el mito del vampiro, cuyo poder cautivador aún perdura a través de los siglos en el imaginario colectivo de los pueblos europeos.
Con imágenes de gran belleza que plasman el crudo invierno nórdico, el filme sobresale por su originalidad, su audacia, su cuidada realización y por las magníficas actuaciones de Kare Hedebrant en el papel de Oskar y Lina Leandersson como Eli.
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