sábado, 21 de mayo de 2016

Maggie de Henry Hobson

Cuando el horror se transforma en poesía


Existe un falso concepto de que las películas de terror, en líneas generales, no pueden ser artísticas y que deben ser meros entretenimientos para un público "pochoclero", ávido  de ver litros de sangre, diversas maneras de morir y recibir una dosis de sustos al por mayor. Nada de eso sucede con "Maggie" (2015) de Henry Hobson, un filme que realmente sorprende por su simpleza narrativa, su estética casi "amateur" y su nimia historia.

El filme toma como eje central la epidemia zombie, un tema nada novedoso y que últimamente ha dado infinidad de películas e incluso serie exitosas como "The walking dead"  lo interesante aquí  es el punto de vista desde donde está contada la historia y cuál es el verdadero conflicto, que nada tiene que ver con el ataque de una horda de muertos vivientes con hambre de carne humana. Lo transcendental del filme es la relación padre hija y el valor del amor filial, ese que puede superar cualquier obstáculo, incluso la  lenta degradación del cuerpo y la transformación inexorable en un ser monstruoso.

"Maggie", no solo nos hace reflexionar sobre el verdadero sentido de las relaciones fraternas, sino que nos pone frente a la necesidad de tomar decisiones ante lo inevitable, decisiones que escapan a cualquier racionalidad posible cuando se trata de la vida de una hija, y que obligan, si es necesario, a enfrentarse al sistema para defender el derecho a una muerte digna en las condiciones que uno elige y no en las que le son impuestas. El filme es además una brutal alegoría sobre el cáncer infantil y adolescente y sobre las consecuencias que trae aparejado en el seno familiar.

"Maggie" es sin dudas, la mejor pelicula  de Arnold Swarzenegger y eso es mérito doble, porque quienes siguen la filmografía del gigante austríaco y ex gobernador de California, saben que nunca fue un destacado de la actuación. Este logro se debe en gran medida al "tempo" que el director Hobson le impone al filme, algo que  sin dudas le calza justo al icónico actor de 69 años.
Abigail Breslin, con su hermoso rostro lleva el personaje que da nombre al filme con la solvencia de una joven actriz que cada día crece más y más.

Pero los laureles se los llevan Arnold y el director Hobson, ya que sin sus magníficas intervenciones, esta fantástica y emotiva película podría haber quedado rápidamente en el olvido.