martes, 1 de mayo de 2012

Nunca me abandones de Mark Romanek

Criados y reciclados

En mi época se decía de religión y política mejor no hablar. Hoy los tiempos han cambiado y el hombre moderno pude debatir sobre ambas disciplinas sin que al final termine en una feroz y acalorada discusión con trompadas incluidas. Hoy en día esas dos palabras han sido reemplazadas por dos frases, que por la gran carga moral y ética que tienen, resultan esquivas a las charlas de café. Una es la clonación de humanos y la otra la donación de órganos. Si bien ambos conceptos están hoy arraigados en el seno de la sociedad moderna y es muy común escuchar sobre estos temas, cada vez que aparecen en una reunión de amigos o parientes le terminamos escapando como si fueran algo contagioso. Ya sea por un cierto desconocimiento profundo del tema o porque nos resulta algo urticante tener que discutir sobre ellos, la cuestión es que preferimos abortar cualquier conversación en serio que se genere en torno a ellos.

Esta conjunción tan ecléctica, pero tan símil en su trasfondo, fue lo que sedujo al director Mark Romanek ("Retratos de una obsesión"),  quien decidió tomar la novela de Kazuo Ishiguro y hacer un filme con ella. El resultado es "Nunca me abandones", un producto magnífico en el que se combinan la clonación humana con la donación de órganos. El filme se centra en la relación entre tres amigos de la infancia Cathy, Tommy y Ruth, quienes descubren que en realidad son clones destinados a ser futuros donantes de órganos en una sociedad  imaginaria empeñada en salvar vidas a cambio de otra vidas. Son como chinchillas de criadero, destinadas a terminar en costosos tapados o estolas de piel. En ese mundo, quizá absurdo, la crueldad de los maestros que educan a esos niños para que al llegar a su madurez puedan realizar hasta tres donaciones y luego terminar con su ciclo vital, es totalmente creíble y hasta entendible. Es un acto perfectamente establecido por el gobierno. Es un deber ineludible para quienes han sido preparados durante años para eso. Son material humano de reciclaje y nada mas.

Con este trasfondo, en donde la violencia ética y moral se sostiene por el discurso de que lo que se hace es valido porque gracias a eso se salvan  vidas, Mark Romanek construye un filme bellísimo, con momentos sublimes, en donde la necesidad de vivir como cualquier ser humano se contrapone al deber ser un donador, un prolongador de otra vida. Pero eso no es todo porque "Nunca me abandones" es un intenso drama romántico en el que se plantea la disyuntiva  de dejar que un amor se vaya muriendo poco a poco, con cada órgano que pierde, mientras el otro aguarda su turno. 

Cathy y Tommy se han amado desde siempre, pero Cathy se enrola como acompañante de los donantes, es un privilegio que tienen algunos y que lo único que hace es darles un tiempo más de vida. Su trabajo es acompañarlos con cada donación, estar con ellos hasta el último momento, donde su vida se apague cuando le extraigan un órgano vital. Así Cathy y Tommy vivirán su vida y buscaran una razón, fundada en el amor verdadero, para que su fatal destino no les llegue.

Con maestría, sobriedad estética y estilística, Mark Romanek sorprende por la rigurosidad con trata  el tema y la plasticidad con la que lo plasma en cada encuadre. Con un guión cuidado en sus diálogos "Nunca me abandones" es un refinado producto que podría encuadrarse dentro del género de ciencia ficción, aunque la situación sucede en los años 90, un detalle no menor, ya que fue para esa época en la que el tema de la clonación tomo estado publico y fue debatido éticamente por médicos y científicos.